¿Quiénes eran los Iberos?

Francisco Gijon

Entre el siglo VI y el V a. de C. el panorama que ofrecen los pueblos del Este y del Sur de la Península Ibérica es el siguiente: el reino de Tartessos ya no existe. Los fenicios han conseguido controlar, por fin, el comercio de minerales, tras haber suprimido la competencia griega en el área del Estrecho. Para impedir que en el futuro una nueva monarquía unitaria repitiese el desafío que Tartessos les lanzara en el pasado, los fenicios fomentaron, sí, la desmembración del reino en pequeños principados, cuya colaboración buscarían por separado y estimularían haciéndoles rivalizar entre sí.

Los cartagineses, hermanos de raza de los fenicios, taponaron a los griegos las rutas mediterráneas de occidente mediante la creación de un imperio marítimo que se apoyaría en algunas plazas del litoral meridional hispánico y norteafricano, en las islas de Ibiza, Cerdeña y Sicilia y, desde luego, en Cartago. Los griegos de Massalia (Marsella), focenses ellos, centrarían sus intereses en la región levantina, única a la que tuvieron acceso por tierra y por mar. Su influjo se hizo sentir pronto en la población del levante español. poco a poco, los régulos del valle del Guadalquivir se sentirían atraídos por las ventajas que les ofrecía el comercio con los griegos. Y así y no de otro modo, comenzaría a cristalizar el denominado círculo cultural ibérico.

Los autores griegos llamaron íberos a las gentes del sur y del levante de nuestra Península para distinguirlos de los pueblos del interior, cuya cultura era a todas luces diversa. Sin embargo, el ámbito ocupado por los verdaderos íberos era mucho más reducido. Como punto de referencia, a pesar del anacronismo, deberíamos situar la “Vía Hercúlea”, un antiguo camino terrestre que, desde Italia, pasaba por Marsella, bordeaba el golfo de León y la costa levantina y penetraba en el valle del Guadalquivir. Las leyendas, siempre griegas, atribuían a Hércules su apertura, pero eso es harina de otro costal.

En lo que un día sería el bajo Languedoc y Rosellón habitaban las tribus ibéricas de los misgetes, es decir, de los MESTIZOS, pues al parecer estaban formados por una mezcla de población local, celtoligur y de gentes propiamente ibéricas llegadas del sur, como reflujo suscitado por la anterior penetración de los celtas en sus territorios. Lo cierto es que la presencia ibérica en el sur de Francia se ha visto confirmada al descubrirse las estaciones arqueológicas de Montlaurés y Ensérune.

En las estribaciones mediterráneas del Pirineo se documenta la existencia de los ceretanos, que dieron su nombre a la comarca de la Cerdaña. Al lado de acá se asentaron otras tribus que han dejado rastro de sus nombres en los topónimos de la región. Así, los castellanos, los andosinos (valles de Andorra), los airenosos (valle de Arán), y los jacetanos (Jaca). En el resto de Cataluña habitaban otras tribus, algunas de ellas propiamente ibéricas, como los indigetes, los layetanos o los cesetanos, estos últimos en el área de Tarragona. Pero también hubo otras poblaciones no ibéricas, como los ausetanos (zona de Vich) y los bergistanos (Berga, Barcelona). En la comarca de Tortosa, junto a la desembocadura del Íberus (o Ebro), vivían los ilercaones, emparentados, al parecer, con otras tribus del interior como los ilergetes (de Lérida, llamada Ilerda) dueños de las tierras aragonesas de la margen izquierda del Ebro y de los llanos de Urgel.

En la Plana castellonense y en Valencia estaban los edetanos (Edeta correspondería a la actual Liria). Más al sur, los contestanos ocuparían el territorio comprendido entre el Júcar y el Segura, arrebatadas al parecer a los más antiguos pobladores gimnetes.
Al otro lado del río Segura comenzaba el territorio que antaño habría girado en torno a Tartessos. Los mastienos, entre el Segura y Almería, los bastetanos y los bástulos, subgrupor de un tronco común radicaro en Almería y Granada y con sede en Basti (Baza)… y los oretanos, montañeses que habitaban la actual provincia de Jaén.

Los curetes parecen haber ocupado la región de Despeñaperros y en la regón de Auringis (Jaén de nuevo) y en los confines con los bastetanos, habitaban los maesesanos. La cuenca del Guadalquivir la ocuparon los etmaneos y los ileates la zona entre Córdoba y Sevilla, flanqueados al norte por los cempesos, de mayoría céltica, que se extenderían hasta el Guadiana. A los turdetanos se les supone asentados en tierras de Sevilla y Cádiz, en el antiguo solar de Tartessos. Sus afines, los túrdulos, en la zona periférica montañosa del área turdetana. Hacia occidente, otros muchos pueblos ocupaban las zonas del Algarve.
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Francisco Guijon es autor de diversos libros de historia, incluyendo Historia antigua de las Españas, de donde esto artigo fue extraído.

© Francisco Guijon
(http://ordorenascendi.blogspot.co.uk/2011/07/la

Cómo citar este artigo:
Guijon, F. (2014). ¿Quiénes eran los iberos? PortVitoria, UK, v. 9, Jul-Dec, 2014. ISSN 2044-8236, https://portvitoria.com