El apoyo del Partido Comunista Cubano a Castro y a Batista
Norman Berdichevsky
Vale la pena extenderse un poco a fondo en la historia cubana, sin ningún motivo mayor que cualquier otro, es tan evidente y está tan cerca, tanto por su situación geográfica en cuanto a distancia a las costas Americanas como por la presencia de más de un millón de individuos que residen en este momento en los Estados Unidos y que al haber estado envueltos personalmente en la revolución cubana conocen cómo ésta llegó al poder. Es de gran importancia revelar la verdad desnuda del episodio cubano que ha situado a Fidel Castro y al Ché Guevara durante los últimos cincuenta años como iconos internacionales al mismo nivel que las estrellas del pop. El número de adolescentes, reales y virtuales, que llevan camisetas del Ché o de Fidel probablemente supera el del número de adolescentes que llevan camisetas con otros emblemas con la posible excepción de la cruz (que probablemente se usa más como un adorno cosmético que como un símbolo religioso).
Naturalmente todo es cuestión de una simple investigación disponible en miles de documentos y fuentes de primera mano, pero los jóvenes de todas las partes del mundo continúan exhibiendo sus camisetas con la hipnosis auto inducida de que la oposición de Castro a los Estados Unidos y el apoyo que ha recibido por parte de la Unión Soviética y el bloque comunista así como sus cincuenta años en el poder y sus miles de horas de discursos aseguran que el régimen cubano merezca el apoyo de la IZQUIERDA sin más motivo que Castro se opuso al imperialismo de los Estados Unidos y derrocó a un dictador y por lo tanto – como en el libro de Orwell La Granja de los Animales (¡dos patas mal, cuatro patas bien!), es decir los comunistas estaban, están y siempre estuvieron al lado del “pueblo”.
El ciego apoyo del la política de izquierda tanto americana como europea hacia los “líderes revolucionarios” ha preferido durante los últimos noventa años ignorar o “explicar” las enormes contradicciones entre los regímenes y los líderes que han apoyado como “progresistas” y la jerga reconocida del discurso de ciencia política que Derecha significa reaccionario, “conservador” y/o ultranacionalista, así como religioso mientras que Izquierda significa iluminado, beneficioso para la clase trabajadora, “liberal”, secular e internacionalista.
Sin embargo había muchos refugiados cubanos en los Estados Unidos antes de que Castro llegara al poder. Habían abandonado la isla para escapar no sólo del gobierno dictador y corrupto de Fulgencio Batista sino también de la influencia comunista de su gobierno y el dominio sobre varios sindicatos cubanos. ¡Qué pregunten los adolescentes de hoy a sus abuelos! Ciertamente, todos los que tenemos 65 años o más recordamos como Desi Arnaz, el marido de la estrella Lucille Ball de “I love Lucy Show”, explicó a una audiencia americana que los chocantes titulares de la prensa sensacionalista acusando a su esposa de tener simpatías comunistas (LUCY BALL CON TINTA ROJA, LUCY BALL EN LA LISTA ROJA) eran puro libelo y juego sucio de los periodistas de la prensa amarilla. Sobre la supuesta simpatía comunista de Lucy, Desi la definió sucintamente—“lo único rojo que tiene Lucy es el pelo e incluso eso es falso”.
Desi tenía poderosas razones para intentar desvincular a su compañera de tales acusaciones, hechas en los años cincuenta y en la cúspide de la era McCarthy. Muchas carreras de Hollywood se habían visto arruinadas por acusaciones similares. Él mismo había revelado al público americano cómo había llegado a los Estados Unidos sin dinero y que incluso tuvo que limpiar jaulas de canarios para ganar dinero antes de convertirse en actor, y que se había visto obligado a abandonar Cuba por negarse a ir a remolque de los sindicatos cubanos dominados por el comunismo. Mientras la imagen de Desi Arnaz era un ejemplo de la conquista del sueño americano, negros nubarrones amenazaban la imagen de Lucy Ball. Según los archivos de la Secretaría de Estado de California, cuando Ball se registró para votar en 1936, se puso en la lista de afiliación al partido comunista. Además, para apoyar al candidato del partido comunista de la Asamblea Estatal de California representando al distrito número 57, había firmado la siguiente declaración: ´Estoy registrada como miembro del partido comunista´. Aunque Ball tuvo que presentarse ante la casa del Comité de Actividades no-americanas (HUAC) para testificar sobre su involucración en actividades subversivas, salió limpia ya que su implicación con el partido comunista había sido durante los años treinta, mucho antes del inicio de la Guerra Fría, cuando la implicación con partidos políticos de la izquierda radical no se veía como una actividad subversiva sino simplemente como un ejercicio de libertad de expresión garantizado por la Constitución.
Batista y otros presidentes títeres bajo su control se habían ganado el apoyo del partido comunista cubano porque se presentaban como “revolucionarios” y “anti americanos”. Otros líderes latinoamericanos como el dictador argentino, el general Juan Perón y hoy en día Hugo Chávez de Venezuela también mostraron las mismas herramientas de apelación presentándose como figuras populares anti americanas, carismáticas con fuerte apoyo de los sindicatos laborales controlados por el gobierno. La histórica obediencia a Moscú que caracteriza a la mayoría de los partidos comunistas latinoamericanos desde su creación en los años veinte y treinta está detrás de la complicada relación que caracterizó la actitud inicial de Fidel Castro hacia el comunismo y el papel que el viejo partido comunista jugó antes de su llegada al poder en Enero de 1959.
Aunque muchos Afro-americanos fueron engañados por la propaganda castrista sobre la revolución cubana creando “igualdad racial” para la población de la isla por primera vez, no fue otro sino el dictador Fulgencio Batista, “de sangre mezclada”, descendiente de italianos, españoles, chinos y africanos quien había sido víctima de discriminación racial. Debido a su mestizaje no pudo ser socio del Yatch Club de La Habana, factor que explotó ya que concentraba la atención en el carácter elitista del gobierno cubano y en su herencia colonial de prejuicios raciales. Estos prejuicios eran compartidos ni más ni menos que por el propio padre de Fidel, un rico terrateniente con una plantación de azúcar que había apoyado al gobierno español contra los revolucionarios cubanos en 1890.
PARTIDO INICIAL, 1920-1954
Sorprendentemente, el Partido Comunista Cubano tiene raíces profundas en Cuba que van desde el triunfo de la revolución rusa y la ascensión de Lenin al poder. Las futuras semillas de desconfianza entre los viejos comunistas cubanos y Fidel Castro se sembraron muchos años antes de que Castro se transformara en una importante figura política en Cuba. El partido se creó en La Habana en Agosto de 1920 por un puñado de admiradores de la revolución rusa y en la década de 1930 se había transformado en una poderosa fuerza en varios sindicatos laborales, un logro que no se había alcanzado en ningún otro país de Latinoamérica. Sus fundadores eran un grupo particularmente diverso de individuos como Julio Antonio Mella, un estudiante activista, Carlos Baliño que había sido uno de los seguidores del héroe nacionalista cubano José Martí y Fabio Grobart, un inmigrante judío que trabajaba como sastre y que se había refugiado en Cuba tras la guerra civil que había irrumpido en Polonia.
Los comunistas desempeñaron un pequeño papel en la revolución popular de 1933 que depuso al dictador cubano Gerardo Machado (1925-1931). Fue durante este episodio cuando el “hombre fuerte”, Fulgencio Batista, con apoyo comunista, apareció en la escena política. Los líderes de los partidos comunistas latinoamericanos tuvieron una conferencia en Moscú a finales de 1934 presidida por Dimitri Manuilsky que había sido el presidente de Cominterm por muchos años y era uno de los amigos más íntimos de Stalin.
El partido comunista cubano estaba presidido por aquel entonces por Blas Roca, su Secretario General. Las decisiones se tomaban con la aprobación de Stalin y apoyaron la insurrección en Brasil, un frente popular en Chile, favorecieron un programa nacionalista extremadamente anti americano en Méjico y la formación de una alianza encabezada por el líder nacionalista radical Batista en Cuba. La coalición Cubana se denominó Unión Revolucionaria.
En Septiembre de 1934 Batista emitió un comunicado en el que declaraba que “el partido comunista de acuerdo con sus propios estatutos, es un partido democrático que persigue sus objetivos dentro del margen del régimen capitalista y denuncia la violencia como medio de acción política y por consiguiente tiene los mismos derechos que cualquier otro partido de Cuba”.
Batista gobernó la nación a través de un presidente marioneta en 1937 y dio su consentimiento a la creación del partido de Unión Revolucionaria. En 1938 permitió la publicación del (todavía clandestino) periódico oficial del partido comunista cubano “Hoy” editado por Aníbal Escalante. Los líderes comunistas cubanos Blas Roca y Joaquín Ordoquí se reunieron con el coronel Batista y emitieron las resoluciones que debían ser cumplidas para que el partido adoptara una actitud positiva hacia el coronel Batista “teniendo en cuenta que Batista era un defensor de la democracia”.
A finales de la década de 1930, Batista y los comunistas trabajaron juntos para permitir “elecciones libres” que les permitieran continuar en control del gobierno, formar una asamblea constitutiva para crear una nueva constitución y legitimar el poder del presidente marioneta Federico Laredo Bru.
EL CASO ST. LOUIS
En Mayo de 1939, 937 refugiados judíos a bordo del barco de pasajeros alemán St. Louis, vieron denegada su entrada a la isla debido a la revocación de sus visas por el presidente Bru. Aparentemente, el único motivo para este acto inhumano fue el deseo de Bru de obtener una propina aún mayor de la que le habían prometido, este movimiento fue apoyado por muchos cubanos bajo la escusa de proteger a los “trabajadores cubanos” que temían que más refugiados judíos pudiesen recibir asilo político o asistencia económica en la época de Depresión. Esta era la política de envidia tan cuidadosamente cultivada por los nazis y los comunistas que sólo unos meses más tarde celebrarían su alianza en el Pacto Molotov-Ribbentrop de No Agresión entre la Unión Soviética y Alemania.
El caso St. Louis fue una terrible mancha en la conciencia de todos los que se oponían a la amenaza nazista y a su política anti semita. También posaba incómodamente en el régimen de Castro que requería una versión de la “historia cubana”. En vez de admitir que el totalmente corrupto gobierno del Presidente Bru (en cuyas alas se sentaba Batista y cuyos asuntos eran controlados con el apoyo comunista) había sido el responsable de negar el permiso para que los refugiados judíos a bordo del St. Louis buscasen la seguridad, la versión que enseñan en los colegios cubanos hoy en día (y repetida por las marionetas del régimen de Castro en varios portales de internet sobre el caso St. Louis), es que la administración de Roosevelt ordenó al gobierno de Bru que rechazara el derecho de los pasajeros a desembarcar en La Habana a pesar de estar en posesión de visados de inmigración cubanos y permiso de desembarque.
El Partido Comunista Cubano no hizo ningún movimiento para demandar la aceptación de los refugiados. Esto es incluso más reprensible y repugnante si tenemos en cuenta que una generación anterior de refugiados judíos que había llegado a la isla a principios de la década de 1920 apoyó desproporcionalmente al Partido Comunista considerando su minúscula representación en la sociedad cubana. La gran mayoría de los judíos cubanos, formada por no comunistas, organizó un comité para conversar con el Presidente Bru con la esperanza de que los refugiados fuesen aceptados en otras localidades pero apelaciones a media docena de países latinoamericanos y a los Estados Unidos para que aceptaran a los pasajeros del St. Louis cayeron en oídos sordos y se les ordenó que regresaran a Hamburgo. A última hora Gran Bretaña, Holanda y Bélgica acordaron aceptar a los pasajeros. La Segunda Guerra Mundial comenzó apenas dos meses más tarde y al menos el 90% de los pasajeros fueron asesinados en el Holocausto.
Los Estados Unidos no tienen nada de que estar orgullosos de esta historia ya que los barcos de la Guarda Costera Americana acompañaron al St. Louis para asegurarse de que no se produjera ninguna tentativa de desembarcar a los “inmigrantes ilegales” en la costa americana. No obstante, la absurda tentativa del gobierno cubano de transferir la culpa a los Estados Unidos es típica de los casi cincuenta años del régimen de Castro.
Federico Laredo Bru – un nombre que ‘permanecerá en la infamia’- estuvo motivado por la avaricia y por la total desconsideración por cualquier preocupación humanitaria. A pesar de haber sido colocado en el poder por Batista, él también quería demostrar que no era simplemente un insignificante fantoche y que podía demostrar su poder y su orgullo desafiando al Ministro del Interior, designado por Batista, que había concedido las visas a los pasajeros del St. Louis.
LA VICTORIA DE BATISTA CON EL APOYO COMUNISTA
En las elecciones de 1940, aunque los comunistas dominaban la mayoría de los sindicatos laborales, los candidatos que se oponían a Batista ganaron 41 de los 76 asientos recibiendo 225.223 votos, mientras que Batista y los comunistas ganaron apenas 35 asientos con 97.944 votos. A pesar de haber sido rechazado por decisión popular, el Partido Comunista Cubano impulsó que se continuara el apoyo a Batista que con esta ayuda consiguió ser elegido presidente a pesar de los pobres resultados electorales para su partido.
Batista resignó de su cargo militar como Jefe de las Fuerzas Armadas y anunció su candidatura para las elecciones presidenciales de 1940. Esta vez fueron honestas y ganó con total apoyo comunista prometiendo un control parcial por parte del Estado en las industrias de azúcar, tabaco y minería así como una reforma agraria. Batista hizo también declaraciones anti americanistas para ganarse la simpatía de la clase trabajadora cubana que veía a los Estados Unidos con envidia y desconfianza a pesar de la intervención americana que ayudó a Cuba a ganar su independencia de España.
Dos asociados próximos a Batista llegaron a ser más tarde miembros comunistas de alto nivel del gobierno de Fidel Castro: Juan Marinello (que más tarde perteneció al círculo íntimo de Castro) que perdió la oportunidad de ganar el puesto de alcalde de La Habana en las elecciones de 1940 y Carlos Rafael Rodríguez (que terminó siendo Vicepresidente de Castro).
La popularidad de Batista aumentó durante los años de la guerra, en su segundo mandato de 1940 a 1944, debido al aumento de prosperidad causado por la demanda de azúcar, níquel y manganeso por parte de los Aliados. A mediados de 1944 Batista organizó una charada fingiendo que se había “apartado” del poder como un verdadero demócrata. De esa manera ganaría apoyo adicional de buena voluntad de los Estados Unidos que tenía la desconfianza por sus vínculos con los comunistas.
Como presidente, Batista fue un fuerte “líder democrático” pero tuvo que suprimir un intento de golpe por parte de su jefe de gabinete. Expandió los derechos a la seguridad social para los trabajadores rurales, declaró la guerra contra los Poderes de los países del Eje el nueve de Diciembre de1941y reconoció a la Unión Soviética en 1943. Durante la guerra, Cuba se benefició de la ayuda de los Estados Unidos y del alto precio del azúcar, fijado en 2,65 centavos de dólar por libra (453 gramos). Esto ayudó a moderar el tono anti americanista de Batista.
Sin embargo, una vez más, unas elecciones razonablemente honestas disuadieron a los Batistianos y a los comunistas. En 1944, el doctor Ramón San Martin Grau, un ex profesor de la universidad con gran apoyo por parte de los estudiantes y con la promesa de un régimen más honesto ganó las elecciones presidenciales con el voto popular y sirvió al país hasta 1948. A pesar de su popularidad inicial, acusaciones de corrupción mancharon su imagen de administrador y una buena parte de los cubanos empezaron a desconfiar de él.
Batista, que había amasado una fortuna de veinte millones de dólares como consecuencia de haber sido el hombre realmente al cargo del gobierno de Cuba desde 1933, parecía que estaba desaparecido pero aún así los líderes comunistas Carlos Rafael Rodriguez y Blas Roca escribieron en su libro “En Defensa del Pueblo” publicado en 1945, que el ídolo del pueblo (Batista), el gran hombre de nuestra política nacional, no se ha ido para siempre. A pesar de que el dictador gozaba del apoyo que el partido comunista confería a los más de de veinte años de su despótica administración, el 99.99% de los universitarios de izquierda así como muchos periodistas norteamericanos que llevaban orgullosos sus camisetas con la imagen del Ché, aseguraban categóricamente que los Estados Unidos de América siempre apoyaron a dictadores corruptos como Batista en Cuba. Durante varios años, entre 1945 y 1948 Batista vivió en Florida, en Daytona Beach, donde hay un museo de arte cubano que contiene obras de arte que él había ´tomado prestadas´.
La clase más rica de Cuba entendió que no había por qué temer a Batista quien fue un político astuto que gozó de la confianza y el apoyo de las clases medias al mismo tiempo que cultivaba a la izquierda. A medida que se hacía más rico se volvía cada vez más conservador. En este respecto, en varias ocasiones en Cuba, el intentó mostrar su popular línea anti americanista, como en la campaña contra la partición de Palestina.
LA LINEA DE POLITICA EXTERIOR DE BATISTA DESAFÍA A LOS ESTADOS UNIDOS
Cuba era el único país no musulmán que votaba contra la propuesta de establecer un estado judío (Israel) acentuando de esta manera su línea independiente de política externa. Por increíble que parezca, varios comunistas judíos cubanos apoyaron enteramente la decisión simplemente por el hecho de que la misma ayudaba a cimentar la imagen ´anti imperialista´ del partido. Los dos países de América latina que al principio de la guerra tenían fuertes vínculos con los países del Eje y fuertes inclinaciones pro-germánicas, eran Chile y Argentina los cuales se abstuvieron. Méjico también siguió una política ´neutra´ para mostrar su independencia de los Estados Unidos.
Cuba usó la cuestión de la partición de Palestina para intentar ganar apoyo entre los países latinoamericanos para ofrecer un contrapeso a los Estados Unidos e instigar a los países árabes a formar un bloque fuerte de pequeñas naciones. El partido comunista cubano se encontró ante un incómodo dilema y desengranado. El partido no podía atacar a la línea ´popular´ anti americana del gobierno de política exterior en cuanto a la cuestión de Palestina a pesar de que la Unión Soviética y sus satélites del Este de Europa apoyaban el Plan de Partición de Palestina.
El cuartel general de Comintern1 en América latina se trasladó desde Méjico a Cuba en 1940 y los comunistas tenían una fuerte presencia en la Federación Nacional Cubana. Entre 1947 y 1948 hubo huelgas y graves disturbios laborales. Revueltas de estudiantes (incluyendo a Fidel Castro), gansterismo en las calles, bandas armadas en el campo y asesinatos políticos causaron tumulto. El desencadenante del activismo político de Castro fue Eduardo Chibas que, al igual que Castro, procedía de una familia rica de origen gallego de Guantánamo en la provincia de Oriente. Al igual que Castro había sido educado por los Jesuítas y era miembro de la élite cubana y profundamente religioso aunque fuese un comunista implacable.
En 1948, Carlos Prío Socarrás, otro fantoche de Batista, fue elegido presidente aunque por una minoría, mientras que los comunistas perdieron tres asientos en el Senado. Ominosamente, olvidando toda su anterior retórica anti americana, Batista dirigió su campaña desde Florida y fue elegido Senador. Castro, en ese momento, era una figura política destacada en La Habana y un protegido de Chibas. En respuesta a estos acontecimientos, el partido comunista cubano criticó a Castro y a los demás estudiantes activistas por haber participado en un tumulto callejero contra el gobierno durante una conferencia internacional en Bogotá, Colombia.
Durante los acontecimientos colombianos, un miembro del partido comunista de Argentina, Ernesto Ché Guevara, que estaba presente en la conferencia de Bogotá, nunca salió de su habitación durante los disturbios. Eddy Chibas se suicidó en 1951, durante un discurso público a la nación para llamar la atención a lo que él consideraba ser una campaña promovida por políticos corruptos para negarle las elecciones, creando de esta manera un vacío político en Cuba que condujo a la reaparición de Batista en la política cubana. Pocas semanas después del suicidio de Chibas, Castro se reunió con el entonces Senador Batista y pasó varias horas con él en el rancho de Batista. No se sabe sobre qué discutieron pero en Marzo de 1952, Batista usurpó el control del gobierno en un golpe sin sangre con lo que se cumplieron los peores temores expresados por Chibas antes de su muerte.
Al día siguiente, como jefe de estado proclamado, Batista se mudó al palacio presidencial. La oposición más radical a la toma del poder por parte de Batista venía de la rica y racista élite cubana que ya le detestaba debido a su ´mestizaje´. De 1948 a 1952 el partido comunista cubano perdió el control de los sindicatos y se encontraba dividido sobre si prestar su apoyo una vez más. Batista suprimió todos los periódicos de la oposición pero permitió que el diario comunista ´Hoy´ continuase abierto, obviamente una artimaña para ganarse la continuación del apoyo comunista.
EL PUTSCH DE CASTRO
Cuando Fidel Castro fundó su ´Movimiento Revolucionario´, los comunistas fueron automáticamente excluidos de unirse a él y el partido denunció el ataque de Castro al cuartel de Moncada el 26 de Julio de 1953, en Santiago de Cuba. El diario comunista americano ´The Daily Worker´, describió el ataque liderado por Castro como un ´método putchista´ característico de las acciones políticas burguesas.
Cuando Castro finalmente tuvo éxito, tanto él como los comunistas sabían que estaban hechos el uno para el otro a pesar del pasado. Para Fidel suponía el apoyo y la disciplina de una fuerza internacional dirigida contra el ´imperialismo americano´ y capaz de proporcionarle un enorme apoyo económico, diplomático y militar. Para los comunistas se trataba simplemente de suplir un ´ídolo del pueblo´ por otro. El lector que quiera buscar la página web oficial del partido comunista cubano en internet, en la sección marcada como ´Historia´ en español, verá que no hay una sola palabra sobre el partido desde su fundación hasta el 1 de Enero de 1959. Esta es la típica manera de resolver las contradicciones internacionales por parte de los regímenes totalitarios.
Desde entonces mucha agua ha corrido por debajo del puente. Parte de las falsas ilusiones de aquellos que se identificaban como ´progresistas ´o de muchos de los liberales hoy es su reacción instintiva y casi siempre equivocada de que las ´masas´ deben tener razón cuando responden de manera emocional a la retórica anti-occidente y especialmente anti americana (e incluso más irracionalmente anti- Israel, anti-cristiano y anti-judío).
Para la IZQUIERDA Marxista y muchos de los que hoy se declaran ´liberales´, no existe un mejor indicador de lo que hoy se considera ´políticamente correcto´ que la envidia del pobre y del oprimido, una fuerza poderosa y manipulable. Independientemente de cuan fanáticos, corruptos, degenerados y ciegos a cualquier consideración humanitaria fueran los personajes infames como Batista y Bru, o Perón y más tarde Castro, Nasser Arafat, Ahmadinejad, Mao Tse Tung, el Aiatolá Khomeini o Saddam Hussein, son todos considerados como portavoces del ´pueblo´, de la ´nación´, de los ´trabajadores´, los ´desposeídos´, los ´pobres´, los ´desarrapados´, los ´refugiados´, etc. La dolencia crónica de una considerable parte de la IZQUIERDA política es justamente el fallo a darse cuenta que sus líderes son tanto un síntoma como la causa fundamental de los problemas en sus países.
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Título Original: Communist Party Support for Castro and Batista
© Dr. Norman Berdichevsky
Cortesía de: NB
Data de Publicación (version en español) en PortVitoria: mayo 2011;
1. Comintern. Abreviatura de ‘Internacional Comunista’, designación del partido comunista internacional fundado en Moscú en Marzo de 1919, también conocido como ´Tercera Internacional´. Su objetivo era luchar ´con todos los medios disponibles, incluyendo la fuerza armada, para derribar a la burguesía internacional y para la creación de una república soviética internacional como práctica de transición hasta conseguir la completa abolición del Estado´.
Traductora: Mónica Racero (Ipswich, UK)
Berdichevsky, N. El apoyo del Partido Comunista Cubano a Castro y a Batista. PortVitoria, UK, v. 2, Jan-Jun, 2011. ISSN 2044-8236, https://portvitoria.com