El verde y el azul

Roger Scruton

Para tener éxito, la conservación necesita una vez más hacerse conservadora. RS

Desde hace tanto como puedo recordar la palabra ´conservador´ se ha utilizado en los círculos intelectuales como un sinónimo de abuso, y el calificar a alguien como del ´ala-derecha´ ha supuesto lo más cercano al ostracismo social. Este hábito ha persistido durante los 50 años en los que el partido conservador ha tenido la mayoría absoluta de votos. Pero este hábito no es nuevo. Tiene su origen dos siglos atrás, cuando la Revolución Francesa provocó que los intelectuales británicos pensaran que ellos también podrían tener la oportunidad de cortar las cabezas que contenían menos cerebro que las suyas. Cuando era primer ministro liberal, John Stuart Mill se dirigió a la mayoría intelectual denunciando a los tories como ´el partido más estúpido´. Un intelectual que enfatiza sus credenciales izquierdistas tiene ventajas en su carrera que compensan cualquier tipo de oscuridad, confusión o mendacidad en lo que escribe.

Aun así, cuando el ambiente llegó a la cúspide de la agenda política, me permití a mi mismo la esperanza de un posible respiro. Si la clase intelectual habla de conservación, administración y obligaciones hacia generaciones futuras, no podría pasar mucho tiempo, sentí, antes de que sus miembros vieran el punto de vista de los razonamientos de Burke de que la sociedad no es solo un contrato entre los vivos sino un lazo entre los muertos, los vivos y los que están por nacer. Seguramente se permitirían a sí mismos reconocer el efecto del socialismo en los ambientes naturales de Rusia, Europa del Este y China y de la inmigración incontrolada en los ambientes urbanos del Reino Unido y de Francia. Podría ser incluso que empezaran a reconocer el trabajo del romántico tory John Ruskin y sus muchos discípulos que consideraban esta historia sin reconocer que en cada punto se había producido una batalla entre la sociedad civil y el estado, con las ´pequeñas secciones´ de voluntarios hogareños en el lado conservador y la gran máquina procedente de otros lugares, a menudo programada con un software socialista, desarmando nuestros acuerdos y nuestro hábitat por el bien de objetivos que ¿nadie entiende y poca gente quiere?.

Bien, esto no ocurrió. La agenda medioambiental fue confiscada por los radicales, enredada con las viejas quejas socialistas y transformada en una insignia para los miembros del ala izquierda. Los antiguos objetivos – iniciativa privada, grandes negocios, valores de la clase media, mercados y capitalismo- se convirtieron, no solo en la causa de ´desigualdad, injusticia social y pobreza´ sino también en el origen de la destrucción del medio ambiente y la violación de la tierra. El ataque a los grandes negocios fue dirigido en representación del estado, sin la concienciación de que el estado es el mayor de los negocios. Los mercados y la iniciativa privada fueron difamados como la causa de la ´tragedia de los comunes´ por gente que parecía no darse cuenta de que cuando la tragedia de los comunes se había evitado había sido por la viable distribución de los derechos de la propiedad y por la aparición de los mercados –tal como estudió Elinor Ostrom en su investigación ganadora de un premio Nobel. Y toda la agenda se vio envuelta en el pánico hacia el calentamiento global que se utilizó para desviar la atención de la gente lejos de los sucesos locales y para prepararla a una entrega colectiva a las soluciones dictadas desde arriba por los bien intencionados izquierdistas.

Cuando escribí la Filosofía Verde, no esperaba que los radicales me tomaran en serio. Pero me di cuenta de que una nueva connotación de realismo estaba entrando en el debate y que podía ser el momento oportuno para determinar el punto crucial, que las soluciones globales, administradas en nuestro nombre por los burócratas, han sido la causa de la mayor parte de nuestros problemas medioambientales más serios. Por mencionar algunos ejemplos: la destrucción de la industria pesquera europea ha sido impuesta por la Política Común de la Industria de la Pesca de la UE; la destrucción del hábitat para construir autopistas a través de Europa ha sido el resultado de la confiscación de derechos de propiedad, que han dejado de lado los procedimientos democráticos y han destrozado el medio que se ha interpuesto en el camino. Subsidios gubernamentales ocultos han permitido que los supermercados destruyan los centros urbanos así como viables emplazamientos a lo largo de Europa y América, mientras que leyes impuestas por los clasificados como honrados guardianes han asegurado que nuestros alimentos vengan envueltos en plástico y que todo el mundo se encuentre atragantado con los desperdicios no degradables.

¿Cuál es la alternativa? Debemos sumar los motivos que han conducido a que la gente conserve sus recursos medioambientales en vez de desaprovecharlos. La tierra ha sido mantenida adecuadamente por las comunidades que están en casa y contentas de estar en ella. Se ha beneficiado del amor a la belleza, el sentido de lo sagrado y la revulsión a proyectos presuntuosos de nómadas y ausentes. Por encima de todo, cuando la gente se ha visto motivada de esta manera, se ha recibido más ayuda por parte de la sociedad civil que del gobierno central. Los problemas medioambientales han sido resueltos en nuestro país más por la gente común y corriente que por el estado ya que el derecho consuetudinario es la voz de la gente y no la voz de los grupos de presión. (Así fue como los pescadores rescataron los ríos y los Ruskinianos rescataron los bosques alrededor de Londres). Asociaciones civiles como el Women´s Institute y el National Trust han reclutado la energía y la buena intención de sus miembros mientras que ONGs como Greenpeace y Friends of the Earth únicamente han aparecido en conferencias.

Por supuesto, los radicales descartarán como irrelevante mi defensa de lo que yo llamo ´oikofilia´ (el amor por el hogar). El cambio climático, insistirán, está por encima de cualquier otro problema y, únicamente ellos, basados en su duramente ganada experiencia, son capaces de resolver el problema. Y lo resolverán dictando un tratado, que los gobiernos del mundo, influidos por sus impecables argumentos, terminarán firmando en un acto de capitulación final.

Este tipo de expresión de deseos es de hecho el más peligroso de nuestros problemas medioambientales ya que conduce a una especie de parálisis que evita que tanto el gobierno como los ciudadanos se dirijan a los asuntos que podrían atenderse de manera coherente. Cualquiera que sea la verdad sobre el antropogénico calentamiento global, no se puede dar marcha atrás con un tratado. Los mayores contaminadores incluyen a China que no tiene la intención de adherirse a ningún tratado contra los intereses de su clase dirigente. Y la economía mundial gira en torno al petróleo. La única manera de reducir las emisiones de anhídrido carbónico sería descubrir un tipo de energía que fuera a la vez limpia y barata y se pusiera a disponibilidad de todo el planeta. Energía limpia significa energía realmente limpia sin la necesidad de un respaldo sucio. Gracias al activismo verde el paisaje alemán se ha visto destruido en buena parte con parques eólicos capaces de producir tan poca energía cuando se necesita que la red de suministro alemana necesita estar permanentemente conectada a la francesa la cual funciona con estaciones de energía nuclear que los virtuosos verdes alemanes no son capaces de aceptar. Esta ´solución´ no solo es pura fantasía; asume que se pueden afear las casas de la gente con cualquier tipo de estructura monstruosa y todavía confiar en que deseen cuidarla.

¿Qué deberían hacer los gobiernos? ¿Y que debería hacer nuestro gobierno? Las respuestas están claras. Los gobiernos deben facilitar la investigación sobre energía limpia, mirar con escepticismo las soluciones generales, reconocer el peligro de las fantasías y las expresiones de deseo y negar el subsidio a los vándalos. Y nuestro gobierno debería ignorar a los grupos de presión, ser realista con la tradición conservadora y escuchar la voz del sentido común.
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Dr. Roger Scruton es un filósofo, profesor de filosofía , editor, intelectual público y compositor británico de 68 años de edad conocido por su iconoclasia y su obstinada defensa de la civilizacion occidental. Es autor de innumerables artículos y ensayos y de más de treinta libros. Su libro más reciente se titula Green Philosophy: How to Think Seriously About the Planet (La Filosofía Verde: Cómo pensar seriamente sobre el Planeta, inédito en español), publicado en Enero de 2012 por Atlantic Books.

Notas:
1. Tories. Designación de los seguidores del Partido Tory de Gran Bretaña que en los siglos dieciocho y diecinueve se oponía al Partido Whig y a su sucedáneo, el Partido Liberal, surgido en 1859. La connotación de conservador y liberal ya existía en el siglo dieciocho asociada a los tories y a los whigs, los primeros por acatar firmemente el poder de la realeza y su sistema de hereditarismo, y los segundos por defender las limitaciones del poder de la realeza y el aumento de poder del parlamento (por lo que los whigs defendieron la ´exclusión´ del rey James II y de su hijo y sucesor por el hecho de ser católicos dando origen a la Revolución Gloriosa). Entre 1865 y 1868 el Partido Liberal se empezó a distanciar de la doctrina de la clásica economía liberal, lo que hizo que varios afiliados se pasaran al Partido Conservador mientras que algunos miembros del Partido Conservador se pasaron al nuevo Partido Liberal (Ver abajo el punto 4 sobre los Partidos Políticos del Reino Unido de la Gran Bretaña).
2. Burke. Referencia a Edmund Burke (1730-97), irlandés nacido en Dublín que se hizo miembro del Parlamento Británico y destacó como intelectual conservador dejando una extensa obra de filosofía política.
3. Tragedia de los Comunes. Traducción de la expresión inglesa ‘tragedy of the commons’, que hace referencia a la degradación de los ´comunes´, designación de los terrenos rurales de Gran Bretaña que no eran propiedad de nadie y que no tenían ningún arreglo institucional para su aprovechamiento y eran utilizados por los campesinos locales para el pastoreo de sus animales. El tema fue discutido en un artículo del ecologista Garrett Hardin publicado en 1968 por la prestigiosa revista Science, donde Hardin atribuye la destrucción de los comunes a la excesiva presión del pasto como consecuencia del crecimiento de la población. Otra interpretación del asunto apunta a la inviabilidad de cualquier manejo sin la existencia de un propietario ya que lo que es de todos acaba no siendo de nadie.
4. Partidos Políticos del Reino Unido de la Gran Bretaña (GB) y del Sufragio Universal. Hay actualmente tres partidos: el Conservador, el Laborista y el Liberal Demócrata. El partido Conservador surgió en 1834 a partir del partido Tory, que cambió su denominación a Partido Conservador y Unionista en 1912 aunque conocido únicamente como Partido Conservador. El Partido Laborista fue creado en 1900 por un grupo de socialistas y sindicalistas y llegó por primera vez al poder en 1924. El Partido Liberal Demócrata fue fundado en 1988 a partir de la unión del decadente Partido Liberal y del Partido Social Demócrata que había sido creado en 1981 por los disidentes del Partido Liberal. El Sufragio Universal de Gran Bretaña tiene su base en 1918 con la Ley de Representación del Pueblo (Representation of the People Act) que extendió el derecho al voto a todos los adultos del país.


Título Original: The green and the blue
Re-impresión de: spectator.co.uk, 9 April 2012
(http://www.spectator.co.uk)

© Dr. Roger Scruton
Cortesía de: RS y Spectator.

Traductora: Monica Racero-Baena

Como citar éste artículo:
Scruton, R. El verde y el azul. PortVitoria, UK, v. 5, Jul-Dec, 2012. ISSN 2044-8236, https://portvitoria.com/