Portuñol y otros problemas en la identidad uruguaya

Norman Berdichevsky

Al igual que Bélgica, Uruguay se estableció como un amortiguador entre dos importantes naciones, Brasil y Argentina, cerca de la estratégica desembocadura del río de la Plata y en el punto de confluencia de los ríos Paraná y Uruguay. Al principio de la independencia uruguaya en 1928, el país contaba con una escasa población de 75.000 habitantes. Sólo había una ciudad importante, Montevideo, la capital. El resto de la población se encontraba dispersa entre la región noroeste donde se hablaba portugués y la región sur donde se hablaba español.

Actualmente Uruguay está reconocido como un país donde sólo se habla español pero un examen más de cerca revela vestigios del bilingüismo colonial que también contribuyó a la formación de una identidad nacional, casi por un accidente de la historia, como una “provincia perdida” de sus dos poderosos vecinos y posteriormente como un estado amortiguador neutral.
Los historiadores uruguayos llegaron a designar a los indios Charrúas, que mataron a los primeros colonizadores españoles, en la banda “izquierda” (este) del río Paraná, como los “fundadores de la nación”. Los Charrúas postergaron por más de ciento cincuenta años el asentamiento en la banda este permitiendo que Buenos Aires, en la banda opuesta, se transformarse en el puerto más importante y en el centro de asentamiento de toda la región Rioplatense, dejando a Montevideo en la sombra.

En Uruguay la lengua oficial fue determinada por la política del gobierno central que favoreció una lengua – el español – sobre su rival, el portugués. La rivalidad centenaria entre España y Portugal fue transferida al Nuevo Mundo. La poco definida y luchada frontera entre los imperios de España y Portugal había sido objeto de disputa desde el acuerdo de la “División del Mundo” entre los dos poderes ibéricos con el apoyo del Papa, con la firma del Tratado de Tordesillas de 1494.

Montevideo era la que tenía inicialmente más ventajas, con un puerto natural mejor y más adecuado para recibir grandes embarcaciones transoceánicas. Esta ventaja geográfica sobre Buenos Aires debería haber convertido su lado del gran estuario del Río de La Plata en el puerto más importante y en el centro para la latitud media de España, la colonia sudamericana de la costa atlántica. El asentamiento en la banda oriental de la bahía se vio postergado por la feroz resistencia de los indios Charrúa, hasta que en 1680 los portugueses asentados en las tierras del sur de Brasil, deseosos de expandir sus dominios, fundaron la Colonia del Sacramento, cerca de la desembocadura del río Uruguay. Cuarenta años después, el gobierno colonial español, con base en Buenos Aires, envió una expedición a través del río, circunvalando el poblado portugués, para construir un fuerte militar, el Fuerte de San José, donde hoy se encuentra Montevideo, con el objeto de explotar la bahía natural y de contener la fuerte expansión portuguesa.

Montevideo se encontraba mucho más atrasado que Buenos Aires, que había sido elegida como la capital del virreinato del Río de la Plata y se utilizó primariamente como puerto para el comercio español de esclavos africanos destinados a suplir mano de obra para las plantaciones de azúcar de Cuba. El resultado fue la presencia de una pequeña población negra que se asentó de forma permanente en la ciudad contribuyendo a un son peculiar de la música folclórica uruguaya (ausente en Argentina) conocido como el candombe.

Las vacas introducidas por los europeos pronto corrieron a sus anchas por la Pampa y sus alrededores a lo largo de los ríos donde los grandes rebaños proporcionaron una fuente de riqueza por la comercialización de cuero, pieles, carne enlatada y más tarde, con la llegada del ferrocarril y los barcos refrigerados, por la distribución de carne fresca y congelada. Este enorme recurso era explotado por los gauchos, vaqueros sin filiación política al gobierno central y sin idealismos por una nueva nacionalidad. Se resistían al control de los gobiernos centrales y a menudo peleaban entre ellos. Gradualmente todos los gauchos consideraron necesario restringir el movimiento de sus grandes manadas para facilitar y abaratar el sacrificio de las reses y el embalaje de la carne.

Como consecuencia de las Guerras Napoleónicas, Gran Bretaña se vio involucrada en el rompecabezas político de Sudamérica, cuando en 1808 capturó temporalmente a Buenos Aires y a Montevideo, después de que Napoleón invadiera España y encarcelara al rey Fernando VII. Los patriotas locales argentinos rechazaron la autoridad del virrey de paja y establecieron un gobierno interino para gobernar la colonia en nombre del legítimo Rey Fernando, aunque secretamente aspiraban a su independencia de España. En Buenos Aires la autoridad interina no consiguió mantener un control eficaz de la banda este ni de los territorios periféricos.

Cuando el virrey de paja decidió mudar su corte desde Buenos Aires a Montevideo, después de la ocupación Británica, su mera presencia provocó sentimientos de independencia en los habitantes de la banda este. Se unieron en un movimiento de sublevación pensando que podrían disfrutar de una sustancial autonomía en una Argentina independiente. Cuando su descontento con el gobierno de la nueva capital de la República Argentina independiente alcanzó un punto crítico, Argentina insistió en mantener su lealtad a Buenos Aires y en impedir que la banda este se separase.

El asunto del estado de Uruguay permanecía indefinido cuando, en 1818, el Brasil Imperial, todavía bajo dominio portugués, invadió Uruguay. Gran Bretaña había formado fuertes vínculos con los portugueses junto a quienes ayudaron a expulsar a las tropas francesas de España. En 1821, Brasil ya independiente, se anexionó a Uruguay anexionándolo como su “Provincia Cisplatina.” Esto enfureció a Argentina y provocó un inmediato intento de “rescate” para recuperar Uruguay. A pesar de haber etiquetado previamente a los líderes uruguayos de “separatistas”, “gauchos rebeldes” y “anarquistas”, las fuerzas armadas argentinas intervinieron para proteger el territorio de la “subyugación brasileña.” En 1828, ambas partes estaban exhaustas y aceptaron la propuesta de Lord John Ponsoby del Ministerio Británico de Asuntos Exteriores, y convertir la “Banda Oriental” en un estado independiente. El nombre aún figura en la designación oficial de Uruguay como la “República Oriental de Uruguay”.

La primera constitución se adoptó en 1830 y tanto el nombre oficial del país como su bandera fueron diseñados para asemejarse a los de Argentina. La bandera, con un sol radiante en el campo y rayas azules y blancas, recordaba a la de los dos estados que habían estado tan fuertemente vinculados. Argentina y Brasil mantuvieron el derecho de intervenir en Uruguay en caso de producirse una guerra civil así como el derecho de aprobar su nueva constitución. Por un tiempo, dos facciones rivales, los Colorados y los Blancos, intentaron dirigir el país hacia una política pro-Brasil y pro-Argentina respectivamente, hasta que finalmente acordaron seguir un curso estrictamente neutral.

A lo largo de 1850, las tensiones entre Brasil y Argentina permanecían altas, y ambas naciones programaban recuperar Uruguay pero el apoyo prometido por las fuerzas navales británicas evitó que ninguno de los dos países intentara desafiar abiertamente la independencia uruguaya. Brasil obtuvo una serie de derechos especiales en asuntos uruguayos como la extradición de esclavos fugados y criminales; el derecho conjunto para navegar el río Uruguay y una especial exención de impuestos para el ganado brasileño y la exportación de carne salada.

El portuñol y la controversia de la lengua a lo largo de la Frontera
El portugués continuó siendo la lengua hablada en la zona rural del norte en la frontera con Brasil pero la introducción del español en los colegios públicos fue progresando poco a poco. La importancia del portugués en la zona era considerable debido al contrabando de ganado y a la importación de frutas tropicales y subtropicales desde el cercano Brasil que resultaba más eficaz para abastecer a la región que el tener que acceder hasta Montevideo. Muchos lusismos (palabras portuguesas y expresiones en español traducidas literalmente del portugués) se deslizaron en la forma popular de hablar de Montevideo como consecuencia de la migración de los habitantes del norte a la ciudad.

El recién completado “Atlas Lingüístico del Uruguay” confirma la existencia de una franja de 25 km de anchura al norte de Uruguay donde una buena parte de la población es bilingüe o habla un dialecto local con una mezcla de español y portugués, denominado “portuñol”. La proximidad de la zona a las estaciones brasileñas de televisión ha contribuido a que la población local tienda a mantener el dialecto y un cierto nivel de conocimiento del portugués brasileño. Otra razón para mantener el idioma en la zona es que tradicionalmente las oportunidades de educación han sido siempre mejores en la parte brasileña de la frontera. La presencia continua del portuñol puede verse también como un intento de los uruguayos de reforzar un sentido de identidad nacional, particularmente entre la gente joven, un sentido de rebelión contra la política del gobierno de hablar “el español correcto” y de sentirse independientes de sus poderosos vecinos argentinos.

Varios ministros de educación uruguayos han declarado el portuñol como un dialecto “vulgar” o de “clase baja” y que la política del Ministerio de Educación debe asegurar que ambas lenguas: “español y portugués se enseñen y se hablen correctamente”, mientras que la lingüista Graciela Barrios defiende el uso del dialecto y su utilización por las jóvenes generaciones de Montevideo. Graciela ha declarado que “detrás de la normativa del manejo de la lengua, hay actitudes discriminatorias. Cuando el gobierno acusa a la gente joven de ´deformar´ el idioma de alguna manera están diciendo –No nos gusta la gente joven. La lengua de la frontera es parte de nuestro patrimonio cultural y no debe desaparecer”.

El lingüista Steven Fisher ha predicho que Brasil terminará dejando de ser un país de habla portuguesa y en el que sólo se hablará portuñol (revista brasileña Veja, 5 de Abril de 2000) lo cual, como es natural, ofende a muchos literatos e intelectuales de Brasil. También ha habido una producción significativa de literatura en portuñol así como comics regionales sobre todo en Uruguay y en Brasil y una novela seria, Mar Paraguayo, escrita por el autor brasileño Wilson Bueno (1992).

A pesar de todo, tan tarde como durante la junta militar en 1970, la política uruguaya para la lengua y la educación había alcanzado una actitud tan negativa hacia el dialecto que se colocaron grandes carteles en la frontera dirigidos a los padres diciendo “Si quiere a sus hijos: Hable Español. Recuerde-ellos le imitan”.

La búsqueda de la identidad uruguaya
Uruguay tiene un fuerte resentimiento contra la asunción de Argentina de hablar en nombre de toda la región rioplatense como si Uruguay fuese todavía la olvidada provincia del “Borde Oriental”. A los uruguayos no les gusta ser subestimados pero a veces se compadecen de sí mismos o se muestran irónicos al mismo tiempo que se burlan de la ignorancia que existe en el exterior acerca de su país. Una canción popular de naturaleza patriótica habla de Uruguay como el país que “por el mapa no se ve”. Un chiste conocido entre los uruguayos judíos que emigraron a Israel es como sigue:

Varios inmigrantes judíos de Etiopía, Rusia y Latinoamérica están charlando en Israel y quejándose del trato que reciben por parte de los veteranos israelíes. Un etíope dice: en Etiopía nos llaman “malditos judíos” pero aquí en Israel nos llaman”negros miserables”. El ruso dice: Sí, en Rusia nos llaman “malditos judíos” pero aquí sólo somos “rusos miserables”. Uno de los sudamericanos asiente y dice: Es verdad, en Uruguay nos llaman “malditos judíos” y aquí todo lo que dicen es “argentinos miserables”.

Muchos uruguayos están convencidos de que Carlos Gardel, la mayor figura del tango a nivel mundial y elevado a icono nacional en Argentina, nació en realidad en Uruguay pero que la verdad se había escondido utilizando un certificado de nacimiento falso y documentos de inmigración mostrando que había nacido en Francia y que se había trasladado a Argentina cuando tenía dos años. Gardel era el más famoso pero no el único artista, poeta, escritor, músico o actor que se cruzó a la “banda Oeste” en busca de fama y fortuna en Buenos Aires, donde el mercado económico y cultural era mucho mayor.

Tanto Argentina como Uruguay atrajeron a numerosos inmigrantes de España, Italia, las Islas Canarias y países centroeuropeos y de Europa del Este. Uruguay, aunque más pequeño, tuvo más éxito estableciendo instituciones libres y alcanzó un alto nivel de educación para muchos de sus ciudadanos, conservando las libertades esenciales, y promovinendo el bienestar social convirtiéndose en un paraíso para los refugiados. Han ganado la copa mundial de fútbol en varias ocasiones y vencer a sus archirrivales en el campo de juego les ha ayudado a consolidar un fuerte sentido de identidad nacional. Aunque hablado por una minoría de la población, el portiñol es un elemento adicional que convierte a Uruguay en una nación inconfundible y orgullosa de su historia.


Norman Berdichevsky es autor, escritor, ensayista, editor, investigador, traductor, conferenciante y profesor universitario. Natural de Nueva York y residente en Orlando, Florida, realizó un doctorado en geografía humana en la Universidad de Wisconsin, Madison, en 1974. Acaba de publicar dos nuevos libros: The Left is seldom right y An introduction to Danish culture (La Izquierda raramente está cierta; Introducción a la cultura danesa, – ninguno de ellos traducido al español), los cuales pueden ser adquiridos través de la siguiente página de internet: http:www.newenglishreview.org

Título Original: ‘Portunhol and other Hurdles of Uruguaian identity’
© Dr. Norman Berdichevsky
Cortesia de: NB
Tradutora: Monica Racero (Ipswich, UK)

Como citar este artigo:
Berdichevsky, N. (2011). Portuñol y otros problemas en la identidad uruguaya. PortVitoria, UK, v. 3, Jul-Dec, 2011. ISSN 2044-8236, https://portvitoria.com